En una calle estrecha y con aroma romántico, enclavada en el
corazón del hermoso distrito de Miraflores, en Lima, se encontraba la boutique
de ropa para damas, de Delia Renée. Boutíque y taller de costura para su gran
clientela y luego la trastienda donde estaba su apartamento pequeño, pero
cargado de ensueño como traído de algún rinconcito del bello parís.
Ahí nos reuníamos, algunos privilegiados amigos de la entrañable
Delia. Todos nos habíamos conocido en las reuniones de los días jueves, con el
alcalde del distrito, en donde participábamos den actividades tales como:
charlas, orientadas a mejorar la calidad de servicios del municipio,
conversatorios entre otros. Ahí nos juntábamos; intelectuales, artistas,
periodistas y personas interesadas en la cultura.
Con el pasar del tiempo, fuimos consolidando amistades y
organizando nuestras tertulias, que casi siempre se hacían, luego de cada reunión
de alcaldía, rotando de casa en casa. Esto sucedía a principios de los años
ochenta.
No obstante, mi relación con Delia, se fue haciendo cada vez
mas entrañable y deliciosa. Era una mujer de lo mas encantadora
y con una mente muy amplia y abierta, permitía la charla expandida y fértil durante
horas, sin atisbo de fatiga.
Recuerdo que muchas veces iba a visitarla a altas horas de
la noche. Nos sentábamos alrededor de la mesa redonda de su comedor; nos bebíamos
un trago y charlábamos de mil temas y así nos daban las tantas de la madrugada.
En muchas oportunidades, me quede a dormir, tumbado en el amplio sofá de su
pequeña sala, hasta que la mañana me abrazara y me susurrara que; ya era hora
de comenzar el nuevo día. Tanto fue el cántaro al agua, hasta que se rompió.
Nos enamoramos y duramos algunos años, viviendo en un amor sin cadenas, pero
con el respeto concebido del uno por el otro.
Luego el tiempo y el trajín de la vida diaria, nos fue
alejando. Ella se mudo muy lejos y yo también, nuestra frecuencia ya no era la
misma, hasta irse perdiendo entre la densa bruma del honorable y sabio tiempo.
Solo se que ya no está y decidí dedicarle, esta pequeña
semblanza a quien me regalo un trozo de su vida, llenando la mía de los mas
sublimes recuerdos. Que pocos tienen la suerte de disfrutar.